La edad y el sueño están estrechamente relacionados, y muchas personas notarán un descenso significativo de la calidad del sueño a medida que envejecen. Según la División de Medicina del Sueño de la Facultad de Medicina de Harvard, los patrones de sueño cambian a lo largo de la vida y, para la mayoría de nosotros, la cantidad de tiempo que pasamos durmiendo cada día disminuye lentamente a medida que envejecemos.
Dos tipos principales de sueño
Existen dos tipos principales de sueño: REM (movimientos oculares rápidos) y NREM (movimientos oculares no rápidos). El sueño REM se asocia con los sueños, y el sueño NREM se produce en tres etapas: N1 (sueño ligero), N2 (ligeramente más profundo) y N3 (sueño profundo de ondas lentas). Los ciclos de sueño se componen de sueño REM y NREM, y suelen durar unos 50 minutos en los niños y 90 minutos en los adultos. La principal diferencia entre el ciclo de sueño de un niño y el de un adulto es la cantidad de tiempo que pasa en la fase N3: los niños pasan mucho más tiempo en este sueño profundo de ondas lentas que los adultos, lo que significa que éstos se despiertan con más facilidad y frecuencia.
Ritmos de sueño
Otro factor que afecta a los patrones de sueño es el marcapasos circadiano. En pocas palabras, los ritmos circadianos determinan cuándo el cuerpo empieza a sentir sueño y cuándo se despierta. Estos ritmos cambian a medida que envejecemos. Los niños, los adultos y los ancianos experimentan patrones de sueño diferentes en función de muchos factores.
Los niños y el sueño
Los recién nacidos suelen dormir entre 16 y 20 horas al día. Las horas que un niño pasa durmiendo disminuyen gradualmente hasta unas 11 horas a los cuatro años, y siguen disminuyendo hasta la adolescencia, cuando un adolescente sólo necesita nueve horas de sueño.
Los niños y los adolescentes suelen pasar más tiempo en un sueño profundo que los adultos. El cambio más evidente de la infancia a la adolescencia se produce en el ritmo circadiano: los adolescentes suelen parecer cansados o tener problemas para dormir debido al cambio de sus relojes internos. Debido a estos cambios en el ritmo, el cuerpo de un adolescente quiere estar despierto más tarde por la noche y dormir más tarde por la mañana. Estas noches tardías, junto con la necesidad de levantarse temprano para ir a la escuela, acortan la duración del sueño, lo que puede hacer que el adolescente se sienta somnoliento, cansado y nunca totalmente descansado. Consulte aquí información adicional sobre los niños y el sueño.
Los adultos y el sueño
Según WebMD, los cambios de sueño más drásticos se producen gradualmente entre los 19 y los 60 años. A los 20 años, la cantidad de tiempo que una persona pasa en sueño profundo se reduce a la mitad (los niños suelen pasar 50% de su noche en sueño profundo). No es raro que las personas pierdan por completo la capacidad de alcanzar ese tipo de sueño profundo a los 40 años. Los retos de la edad adulta (carrera profesional, facturas, matrimonio, hijos) suelen causar un estrés que afecta al sueño.
Las mujeres suelen tener más problemas de sueño que los hombres debido a los cambios hormonales y mentales relacionados con el embarazo, la menopausia y la paternidad. El estrés y las preocupaciones derivadas de la paternidad suelen ser causa de insomnio y trastornos del sueño en las mujeres.
Las personas mayores y el sueño
Las personas mayores suelen tener más dificultades para conciliar el sueño y permanecer dormidas. Experimentan periodos más cortos de sueño de ondas lentas (el sueño profundo sin sueños), lo que significa que pasan más tiempo en un sueño ligero y se despiertan con más frecuencia. Los ritmos circadianos cambian más durante la tercera edad, lo que hace que la persona se canse antes por la noche, por lo que se acuesta antes por la noche y se levanta antes por la mañana.
Aunque algunos de los problemas de sueño que afectan a las personas mayores pueden atribuirse al envejecimiento, la mayoría son consecuencia de enfermedades crónicas. Problemas de salud como la artritis, la insuficiencia cardiaca congestiva o el reflujo gastroesofágico, apnea del sueño, síndrome de las piernas inquietas y movimientos periódicos de las extremidades pueden afectar a los patrones de sueño. Insomnio también puede ser un efecto secundario de muchos medicamentos utilizados para tratar estos problemas de salud. Los cambios sociales, de comportamiento y de estilo de vida, como la muerte de un ser querido, la jubilación o el traslado a una residencia de ancianos, también pueden influir negativamente en los patrones de sueño (más información sobre buenos hábitos de sueño).
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Fuentes:
http://healthysleep.med.harvard.edu/healthy/science/variations/changes-in-sleep-with-age
http://www.webmd.com/sleep-disorders/living-with-insomnia-11/sleep-changes?page=2
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